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01/27/2016Cuando hablamos de candidatos y políticos, normalmente lo relacionamos directamente con el liderazgo, esa capacidad de persuadir y movilizar a un público de manera voluntaria.
Ser un líder, supone promover una serie de habilidades sociales que colaboren en la transmisión de una comunicación eficaz, donde el receptor lo asimile y lo entienda de la misma forma que el transmisor desea.
La eficiencia comunicativa que todo líder debería poseer, encuentra un gran aliado dentro de las estrategias, la asertividad, una habilidad que solo encuentra significado como adjetivo, se ve escenificada cada vez mas en los políticos en la relación de éstos con las emociones y los sentimientos, en saber expresar su opinión sin dañar a los demás por lo que diga y cómo lo diga, en salir bien parado de un encuentro con posibles electores.
Transmitir un mensaje, supone una serie de aspectos para que, en suma, pueda considerarse asertivo. Respeto, positividad, empatía y escucha, fomentan la eficacia en la comunicación de los políticos.
Pero la asertividad no queda nada mas que en eso, sino que a su vez, encuentra una técnica complementaria con la que tiene una relación de amor-odio, que conlleva a su deterioro, llegando incluso a confundir ambos aspectos y que su significado se malinterprete. “El pensamiento depende de las palabras que lo construyen” es una cita que define el neolenguaje, forma de expresión anclada en la manipulación en términos negativos y que en el sector político actual, se encuentra al orden del día.
Este término que George Well en 1984 expuso en una de sus obras, hacia referencia a la lengua de Oceanía, la cual, tenía una serie de pautas y peculiaridades a la hora de implementarla, dejando clara la estrategia de su utilización; la manipulación de la ciudadanía y crear un pensamiento acorde a aquello que nosotros queramos, limitando el alcance del pensamiento.
Fuente: Público.
El neolenguaje supone utilizar una serie de palabras y tecnicismos que evite el correcto entendimiento por la población de lo que se está diciendo, convirtiéndolo en algunos casos, en un arma ideológica, el transmitir una serie de palabras que en suma llevan a no pensar significado de éstas, lo que supone la confusión absoluta y una contradicción con el valor añadido que la asertividad considera.
Hablar de crisis, de paro, de valores negativos o ataque a otros candidatos en un debate, son momentos del ciclo político en los que la asertividad y el neolenguaje confluyen. Por un lado, decir lo que se piensa sin que la otra parte se sienta atacada o afecte a sus emociones, por otro, emplear un lenguaje y símbolos que no conlleven el pensar lo que significa, impidiendo por tanto, la capacidad de argumentación y creando tensiones.
Es por ello, que debemos saber separar las habilidades sociales como la asertividad de las técnicas comunicativas como el neolenguaje, a veces relacionados pero con significados diferentes, aunque se encuentre dentro del universo del liderazgo político en este caso y se pueden utilizar de manera complementaria para reforzar valores, emociones, estrategias y en definitiva, mensajes.
Fuente de imágenes: Pixabay.com y Público.es