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04/09/2014Cultura y Política
04/23/2014Esta semana asistimos a una de las fiestas que aúnan el protocolo, la política y el aspecto religioso; hablo de la celebración de la Semana Santa.
Es durante estos días donde podemos observar esa mezcla tan peculiar de tradición y normativa con el característico olor a incienso y el redoble de tambores, donde los cargos públicos hacen gala de su responsabilidad y acompañan a las hermandades en procesión con los símbolos institucionales como son los fajines y medallas que ostentan desde que juraron sus cargos.
Será el ceremonial religioso el que tenga un mayor protagonismo estos días, donde el culto en la calle a las diferentes imágenes que portan las cofradías unido a la indumentaria de penitente o camarera (en algunos lugares se las conoce como mantillas) se rige a su vez por una doble normativa protocolaria. De un lado hablamos de una interna, donde se encuentran aspectos como el donde colocarse durante la procesión acompañando a los pasos religiosos, cómo portar los símbolos, quien es el responsable de cada sección, cuales son los colores de la hermandad y cuáles son los que se deben llevar en la vestimenta (rojos, blancos, morados, azules y negros en el caso de Granada son los más populares) o cómo llevar la mantilla o el capirote. Estos reglamentos protocolarios internos suelen ser bastante rígidos ya que se basan en una tradición en algunas ocasiones de más de un siglo de antigüedad, siendo ese aspecto el que aporta la particularidad a algunas procesiones que podemos observar esta Semana Santa. Sin embargo, la innovación en las estaciones de penitencia se encuentra al orden del día. Por ejemplo, en la procesión de San Agustín y la Virgen de la Consolación, han incluido este año una coral que deleitó a todos los que pudimos disfrutar de ella a pie de calle en Granada.
De otro lado, siguen una normativa externa caracterizada por la obligación de pasar por la denominada carrera oficial a una hora exacta, de lo contrario serán sancionados. Un protocolo externo que les afecta no sólo en tiempo, también en orden y decoración, es decir, en aspectos de imagen, unidad y respeto que podríamos englobar en el protocolo social.
Si hay algo que me parece singular de estas fiestas, es la forma que cada familia tiene de vivirla, donde el ver las procesiones es sólo una parte que se suele recordar aún más si se forma parte de alguna cofradía o hermandad.
La Semana Santa conlleva una gastronomía típica, donde podemos destacar la leche frita, pestiños, roscos, torrijas y un gran número de postres que harán las delicias de quienes los prueben. El plato principal estos días se basará en las legumbres y el pescado concretamente el bacalao. No debemos olvidar el cumplimiento del ayuno o vigilia como costumbres propias en estas fechas.
Podemos destacar que en Semana Santa, la música acompaña en la mayor parte de los trayectos a los pasos con tanta historia a sus espaldas. Las saetas que consiguen acallar a la multitud para oirlas, las bandas especializadas que cada año esperan con ganas el poder demostrar los ensayos realizados durante todo un año y el caso descrito anteriormente de la coral son patrones claves en estos días.
Para más información acerca de esta singular fiesta, les recomiendo este artículo de Fernando Fernández donde habla de manera detallada del ceremonial que se sigue estos días, este otro de Josefina Escudero, que hace referencia a los colores y el realizado por Cristina Puig para la Revista de Protocolo.
En definitiva, la Semana Santa conlleva una serie de normativas y tradiciones ancladas en un ceremonial mixto que mezcla lo religioso y lo institucional junto con un protocolo fundamentado en la costumbre que queramos o no, forman parte de la historia y cultura española.